viernes, 8 de junio de 2012

El PP, sus políticos, sus votantes y la minería


Por Koke González

Hoy, como ayer y antes de ayer, el tema es el tema. Creo que no hay otro, y si lo hay queda totalmente en un segundo plano. Está claro que hablo del conflicto abierto entre gobierno y minería. Se ha hablado, se habla y se seguirá hablando mucho de lo que fue y es la industria minera para comunidades como Asturias o Castilla y León. Su aportación al tejido social y económico de las comarcas es incuestionable, como incuestionable es que los trabajadores luchen por sus puestos de trabajo cuando ven que peligran. Pero van a permitirme que hoy analice la postura de la otra parte, es decir, del gobierno nacional y del partido político que lo sustenta. Y es que ¿cómo van a respetar los mal llamados liberales (que sí conservadores) los acuerdos ya firmados por otros, si no respetan ni lo que dicen defender en su aparente ideología política y doctrinal? Me explico. Alguien podría ver el recorte actual de las ayudas al carbón como una política económica puramente liberal, cuando simplemente es una política liberal a medias. El mercado liberal que tanto defienden teóricamente los políticos del Partido Popular, no deja de ser un libremercado en el que cada cual se las apañe con lo suyo y contra el vecino, donde el gobierno ni pincha ni corta, que en este caso significaría la retirada total de las ayudas al sector minero. 
Eso es de forma muy simple lo que debería representar la pertenencia al Partido Popular. Un partido que no duda en pisar su discurso teórico para rescatar con dinero público empresas privadas como Bankia o hacer nacionalizaciones cuando hace apenas un mes ponía el grito en el cielo por las llevadas a cabo por Cristina Kitchner. Son sólo unos pequeños ejemplos, pero habría más. Por eso el desencanto, al menos en las comarcas mineras de quienes votaron al Partido Popular debería ser unánime. Quien les votó el pasado noviembre sabiendo qué es y debería representar el Partido Popular desde la teoría ideológica, es decir la doctrina del libremercado y el individualismo, han visto cómo han hecho del Estado un interventor activo, que nacionaliza, restaca y subvenciona (aunque a menor cuantía); y los que lo votaron pensando sólo que un cambio podría ser la solución a los problemas de España, después de ver incrementados sus impuestos, bajados sus salarios y reducidos sus derechos laborales y sociales, y recortadas las ayudas al primer sector económico de la zona, es de suponer que estarán en la misma sintonía de desencanto. Y luego están los alcaldes, diputados, concejales etc, etc, del Partido Popular que defienden la minería tal y como está concebida y firmada. Para entender esta posición habría dos opciones: que no conozcan los argumentos ideológicos del partido al que representan, lo que tendría que llevarles a replantearse su posición política, y el falso populismo, es decir la demagogia, el falso discurso que no lo enemiste con sus vecinos y por consiguiente, sus votantes.

martes, 5 de junio de 2012

El país de los complejos


Por Koke González

Qué mal está lo del trabajo. Hay poco y ese poco que hay no sabemos ni cómo se consigue. Fórmate, titúlate, retitúlate, tritúlate y une a esto un poco de experiencia, al menos para que no te echen para atrás por no haber iniciado una vida laboral. ¡Ah!, y se me olvidaba, habla algún idioma, sobre todo inglés, así no habrá dios quien te tosa.
Y tos fue lo que me entró el otro día al visualizar un reportaje de búsqueda de empleo de españoles en Noruega. Hacia allí se encaminaron familias enteras, otras divididas, con el mismo objetivo: conseguir un trabajo. A ellos se unió la reportera del documental. Casi todos los españoles no sabían noruego, básico en aquel país para trabajar. Algunos no sabían ni inglés, aunque a decir verdad no importa mucho. La periodista lo hablaba perfectamente, además también dominaba el francés y el alemán, a lo que había que sumar su experiencia profesional, claro. Lo que se dice un currículum intachable. Y la única pregunta que le hacían una y otra vez en tiendas, bares, restaurantes, comercios y así en cada una de las empresas que probó suerte, fue "¿sabes hablar noruego?", porque con el inglés, alemán y francés que controba como mucho podría llegar a trabajar, con suerte, en la limpieza de un hotel, a lo sumo. Y cual fue el final: acabó consiguiendo un trabajo, con sus tres idiomas, cuatro si contamos el español, limpiando camiones con agua a presión.
Esa es la realidad laboral noruega, por cierto, muy distinta a la española, y como muestra les contaré un ejemplo real.
Todo empieza con un SMS, ¡bip bip!. El receptor del mensaje lee. Es una oferta de trabajo llegada desde el Servicio Público de Empleo. Un empleo de guía para algo relacionado con el patrimonio industrial y minero. Concertar entrevista en tal número, termina el SMS. El desempleado llama y queda para dentro de dos días. Prepara su currículum donde plasma su experiencia en puestos similares, en ámbitos de gestión de la cultura etc. Comienza a pensar en la posible prueba de la entrevista. Seguramente le pregunten sobre la historia industrial y minera en Asturias, de las labores mineras, de cómo son y cómo eran las minas asturianas…a fin de cuentas de eso trata la oferta de trabajo. El desempleado inicia entonces un repaso rápido sobre sus conocimientos en la materia y se le vienen a la mente personalidades como Jovellanos con su carretera carbonera y Casado de Torres con la canalización del Nalón para hacerlo navegable a las chalanas; la fábrica de armas de Trubia; la mina de Arnao como primera empresa de minería en pozo y además submarina; Alejandro Aguado, marqués de las Marismas; Pedro Duro; los belgas de Solvay; la máquina de vapor de Newcomen y la mejora sobre ésta de Watt al incorporarle condensadores; castilletes, jaulas, embarcaderos, casas de máquina, cañas de pozo, galerías, tajos, casas de aseo, lampisterías, y así un sin fin de términos e historia que se supone debería dominar y domina.
Y con todo, llega el día de la entrevista a la que acude currículum en mano. Primero hablan de la experiencia laboral y piensa, “ahora vendrán las preguntas sobre conocimiento de la materia de la que versa el empleo”; continúan departiendo sobre la formación y vuelve a pensar, “ahora sí preguntará algo sobre mina e industria”. Finalmente llega la pregunta, aunque nada de minería ni mucho menos de industrialización: ¿Qué nivel de inglés tienes? Porque pedimos un nivel de alto a muy alto, con conversación fluída. Para terminar se realiza una prueba de idioma. Nada de minas, nada de siderurgias, nada de castilletes, nada de Jovellanos, Casado de Torres o Alejandro Aguado, Pedro Duro ni Luis Adaro. Inglés, simple y llanamente. Este es el país que nos ha tocado vivir: el de los complejos.