Por Koke González
¿Matanza o instalación de móviles de Calder? |
Vivir para ver. Resulta que estamos bajo mínimos de cerdos en esta España tan chacinera. Claro está, cuando algo escasea, su precio en el mercado se pone por las nubes, así que señoras y señores, del cerdo, del que nos gusta hasta sus andares, parece que nos podemos ir olvidando en nuestra, ya de por sí, menguada cesta de la compra. Si los cerdos escasean o una de dos: o se crían menos o nos los hemos cargado a más velocidad de la que se reproducen. Los análisis del sector apuntan hacia lo primero, poniendo como causa fundamental el astronómico precio de los piensos, que hace imposible sacar adelante una familia numerosa de sonrosados puercos. Aunque no pierdan de vista la otra opción del déficit porcino. En España hemos vivido durante muchos años por encima de nuestras posibilidades en el consumo de productos derivados del cerdo. Hemos producido tantas y tantos “chuletas” y “chorizos” que están haciendo tambalear los cimientos de la industria chacinera asturiana. Durante años y años han ido proliferando secaderos ilegales donde los primos hermanos de las longanizas se fueron acumulando sin control. Así despachos enteros en consejerías, diputaciones, comunidades, ayuntamientos y mancomunidades ahumaban día y noche partidas de chorizos que darían para abastecer el mercado mundial durante años. Estos despachos-despensas pronto se quedaron pequeños, lo que llevó directamente a levantar infraestructuras ex profeso para acoger chacineras clandestinas donde acumular las kilométricas riestras de mondongo embutido en tripa. Aeropuertos, AVE´s, autopistas, autovías, puertos marítimos, cajas y bancos o centros culturales se llenaron de colgaderos desde los que pingaba grasa a litros, sin que apenas nadie levantase la cabeza para ver qué es lo que ocurría, cegados por el o los improvisados maeses chacineros quienes afirmaban que era condensación del aire acondicionado o simplemente una instalación inédita de móviles de Calder que centros culturales como el Niemeyer habían contratado por una ganga de precio. Sólo el Centro Internacional Óscar Niemeyer de Avilés arroja un choriceo de entre 2 y 3 millones de euros, así que imagínense la “mondongada” que no habrá oculta en el grueso de las administraciones públicas.
El arquitecto Óscar Niemeyer no se merece que le enfanguen su nombre |
Los partidos políticos deberían purgarse rápidamente para devolver su tasa de colesterol a niveles saludables, y las chacineras ya están tardando en acudir a la Comisión Nacional de la Competencia si quieren que los cerdos regresen a las piaras a revolcarse en sus propias deposiciones.