viernes, 30 de noviembre de 2012

Escasez de cerdos (una sobre chorizos)

Por Koke González


¿Matanza o instalación de móviles de Calder?
Vivir para ver. Resulta que estamos bajo mínimos de cerdos en esta España tan chacinera. Claro está, cuando algo escasea, su precio en el mercado se pone por las nubes, así que señoras y señores, del cerdo, del que nos gusta hasta sus andares, parece que nos podemos ir olvidando en nuestra, ya de por sí, menguada cesta de la compra. Si los cerdos escasean o una de dos: o se crían menos o nos los hemos cargado a más velocidad de la que se reproducen. Los análisis del sector apuntan hacia lo primero, poniendo como causa fundamental el astronómico precio de los piensos, que hace imposible sacar adelante una familia numerosa de sonrosados puercos. Aunque no pierdan de vista la otra opción del déficit porcino. En España hemos vivido durante muchos años por encima de nuestras posibilidades en el consumo de productos derivados del cerdo. Hemos producido tantas y tantos “chuletas” y “chorizos” que están haciendo tambalear los cimientos de la industria chacinera asturiana. Durante años y años han ido proliferando secaderos ilegales donde los primos hermanos de las longanizas se fueron acumulando sin control. Así despachos enteros en consejerías, diputaciones, comunidades, ayuntamientos y mancomunidades ahumaban día y noche partidas de chorizos que darían para abastecer el mercado mundial durante años. Estos despachos-despensas pronto se quedaron pequeños, lo que llevó directamente a levantar infraestructuras ex profeso para acoger chacineras clandestinas donde acumular las kilométricas riestras de mondongo embutido en tripa. Aeropuertos, AVE´s, autopistas, autovías, puertos marítimos, cajas y bancos o centros culturales se llenaron de colgaderos desde los que pingaba grasa a litros, sin que apenas nadie levantase la cabeza para ver qué es lo que ocurría, cegados por el o los improvisados maeses chacineros quienes afirmaban que era condensación del aire acondicionado o simplemente una  instalación inédita de móviles de Calder que centros culturales como el Niemeyer habían contratado por una ganga de precio. Sólo el Centro Internacional Óscar Niemeyer de Avilés arroja un choriceo de entre 2 y 3 millones de euros, así que imagínense la “mondongada” que no habrá oculta en el grueso  de las administraciones públicas.
El arquitecto Óscar Niemeyer no se
merece que le enfanguen su nombre
Los partidos políticos deberían purgarse rápidamente para devolver su tasa de colesterol a niveles saludables, y las chacineras ya están tardando en acudir a la Comisión Nacional de la Competencia si quieren que los cerdos regresen a las piaras a revolcarse en sus propias deposiciones.

viernes, 23 de noviembre de 2012

Respeto a la Cultura (sobre la obra de Fernando Alba y Pepe Gómez)

Por Koke González

Dos son las noticias que me han llamado la atención esta semana. Una muy buena, mejor dicho, excelente y otra, de momento, buena a la espera de acontecimientos futuros.  En ésta última tenemos como protagonista al Hotel Truita, construido en 1953 por José Gómez del Collado, cuya mente inquieta, al igual que habían hecho los creadores de catedrales en la Edad Media,  no sólo quiso quedarse en el cascarón pétreo sino que dejó a sus  vecinos y visitantes de la villa de Cangas del Narcea, una lección de arte impresa en su fachada. Cuando en Cangas pocos o nadie conocía a Jean Arp, sus obras y el dadaísmo, Pepe Gómez dejó plasmada en la fachada de un armónico edificio de piedra esta tríada a modo de lección. Ni tan siquiera un incendio pudo quemar este libro lítico, por eso esperemos que ahora que tiene nuevo propietario, que seguro acometerá obras en él, podamos seguir disfrutando de su lectura y contemplación. Sería excelente verificar dentro de un tiempo que el interés económico y el cultural se complementaron.

Como excelente es comprobar cómo el interés por la cultura y la sensibilidad por la obra artística de uno de los nombres con mayúscula de la escultura contemporánea, ha calado en la administración pública. Cangas del Narcea estaba en deuda con el artista Fernando Alba desde 1987, momento en el que se ubicó su mural bajo el puente colgante, justo en el arranque del puente nuevo que se había construido en ese mismo año. Digo en deuda porque desde ese instante el acoso y derribo hacia la obra fue constante, y con la administración local como artífice de semejantes aberraciones, ya por obra (como el haber pintado de negro una escultura en la que una de las características era su textura oxidada), o por omisión, cuando se dejó utilizar la superficie de la obra como tablón oficial de anuncios y publicidad. Se había pasado en menos de un suspiro de tener una escultura de acero cor-ten a una de acero car-tel. Ésta era la última noticia que tenía Fernando Alba sobre el ominoso destino de su hija canguesa, maltratada por un pueblo con la anuencia de sus dirigentes. Con la escultura luciendo nuevamente limpia se abre ante nosotros una nueva oportunidad para no volver a cometer los mismos errores y sabedores que Fernando Alba estará en Cangas en fechas próximas donde se le rendirá un homenaje, no estaría de más, que aparte de homenajearle como gran creador, se le pidiese disculpas. Ya saben, repitan conmigo: Lo siento mucho; ha sido un error; no volverá a pasar.

viernes, 16 de noviembre de 2012

Las huelgas y las cifras

Por Koke González

Farolas encendidas el 14N en A Coruña

Huelga decir que hemos estado nuevamente de huelga. Es general el conocimiento de esto y del sentido general de esta huelga, de la que también huelga comentar que ha tenido números inferiores a la anterior huelga. Huelga apuntar que los números que se dan tras cada huelga son de todo menos objetivos, siempre al servicio de la subjetividad partidista y del gobierno de turno para alcanzar sus objetivos, “los más sublimes y los más perversos”, que dirían Le Luthiers. Se sublima la decencia y los derechos de la clase trabajadora, no de los cientos, miles o millones que hayan secundado el parón, sino de todos y cada uno de los ciudadanos con un empleo, de los que están sin él aunque con edad de trabajar y de los que aún no teniendo los años necesarios verán en un futuro no muy lejano, y ahora incierto, la necesidad de trabajar por un salario digno.  Y a la vez se pervierte la convocatoria a través de las coacciones y amenazas de despido si se secundan las movilizaciones e incluso a través de los pobres trabajadores que pudiendo asistir, no se lo pueden permitir ante la perversa crisis. Pero la mayor perversidad es la de manejar las cifras a través del erario público con el único fin de que la curva de gasto eléctrico no sea demasiado pronunciada. Así, durante todo el día de la jornada de huelga, los vecinos de La Coruña, Albacete, Valladolid, Barcelona, Cehegín (Murcia), Zamudio (Vizcaya), Valencia, San Vicente de Raspeig (Alicante), y otras muchas, han pagado con sus impuestos la factura del capricho de sus alcaldes de mantener encendidas las farolas públicas en pleno día para engordar su ego, el de su partido y las cifras de consumo energético.
Si ocurriese esto no habría alcalde que se metiese entre
pecho y espalda cien mil cafés a cuenta de las arcas municipales
Y hablando de cifras, 6 millones de personas no han sido contabilizadas como huelguistas por su condición de desempleados, a los que habría que sumar los jubilados que hayan querido dar su apoyo al parón. Y qué decir de colectivos sin nómina ni ingreso como son las amas de casa. Hasta que no se presenten las cifras exactas del consumo de productos y servicios nunca se sabrá el impacto real de una huelga general. Al ciudadano se le puede coaccionar para ir a trabajar. Más difícil será coaccionarle para que consuma en una jornada de huelga. En las cifras de consumo no hay trampa ni cartón, ni empresario que aguante sin ingresos, ni alcalde que se meta entre pecho y espalda cien mil cafés a cuenta de las arcas municipales.

viernes, 9 de noviembre de 2012

Regreso al pasado (Una sobre sanidad)

Por Koke González

Como Marty Mcfly, creo que los moradores del suroccidente hemos viajado en el tiempo. Esta vez ha sido sin intención. No nos hemos metido en ningún viejo DeLorean tuneado hasta el más alto nivel de horterismo, tocado unos botoncitos y acelerado. Simplemente nos hemos acostado en nuestras camas, dormido (unos mejor que otros), y al despertarnos habíamos regresado… al Medievo. Una época en la que los reyes y señores apretaban hasta la extenuación a la clase servil con tal de mantener su nivel de vida y sus empresas, tanto bélicas como constructivas. Sin palacio o sin castillo no eran nada. Tanto ahogar al pueblo generaba en los señores un picor en la conciencia que rápidamente la llevaban a curar a la iglesia: con una misa y el reparto de limosna a los siervos que se apostaban a la salida del templo, daban por zanjado el episodio de mala conciencia, al mismo tiempo que el populacho agradecía el gesto, llegando a olvidar incluso el por qué ellos estaban en esa situación de olvido social.

Hospital Carmen y Severo Ochoa (Cangas del Narcea)

Con la llegada de la mañana tras ese sueño tranquilizante (más para unos que para otros) al pueblo del suroccidente se le convoca a la recogida de limosna. Esta vez no lo hacen a la puerta de la iglesia (sólo nos faltaba ya) sino a la del Hospital Comarcal Carmen y Severo Ochoa. Llenar el nuevo palacio sanitario de Oviedo, se está llevando todos los fondos y diezmos, lo que está empobreciendo cada vez más al vecino del burgo suroccidental, y ante la queja surgida, nos han enviado a un pasado para que extendamos la mano a 390.000 euros que guardan en su limosnero, y jactándose de ello en pro de la inversión y la apuesta por el hospital cangués. ¿Por qué lo llaman inversión cuando es gasto corriente? Si de verdad hubiese intención de invertir desempolvarían los anteproyectos y proyectos de planes directores, la escritura del prado adquirido y aprobarían una partida presupuestaria que callase definitivamente las voces del pueblo. Esperemos que en este viaje al Medievo no nos veamos nuevamente curándonos (o lamiéndonos las heridas) en el hospitalín de Retuertas.

domingo, 4 de noviembre de 2012

Pocos y mal avenidos

Por Koke González
Cada vez estoy más convencido de que debemos dar gracias a la fortuna y al destino por vivir en un concejo de apenas 14.000 habitantes. Muy grande en extensión y paisaje, cierto, pero pequeño en paisanaje (siempre cuantitativamente hablando, claro está). De haber nacido y vivido en un overbooking poblacional, con cientos de miles o millones de personas, y superávit de riquezas ya nos habríamos autoaniquilado. Si tenemos apenas 14.000 almas, una hucha con telarañas y un territorio sin expectativas (y no porque no las tenga sino porque no hay apuesta); y aún así, somos capaces de enzarzarnos en absurdos litigios de déjame ver esos papeles, no me da la gana, toma: aquí los tienes, ahora ya no los quiero, voy y te denuncio, págame el abogado, no me da la gana, pues te embargo. Y sí, digo que nos enzarzamos, en primera persona del plural, donde estamos usted que lee esto y yo que lo escribo, porque a fin de cuentas, para mal o para bien, nos representan. Si nuestros políticos son capaces de no mirarse a la cara, de mantener una relación de odio que trasciende lo meramente profesional adentrándose de lleno en lo personal, si carecen de algo básico en la vida como es la educación y el respeto, está claro que según dicta la Democracia, dice de nosotros mismos, los vecinos de Cangas, que mantenemos entre nosotros una relación de odio que se adentra en lo personal, que no somos capaces de mirarnos a la cara, que somos unos irrespetuosos y unos maleducados. En pocos años se ha pasado de oír “a mí la política no me interesa” a dejar de hablar al vecino porque no comparte tus, o no compartes sus ideas. Hemos cambiado nuestras escalas de defensa de la comunidad en la que nos ha tocado vivir, donde la ideología y el interés político personal ha desbancado a la amistad (no confundir con amiguismo) y a la vecindad.
Y retomando mi primera reflexión, esto ocurre en un concejo de apenas 14.000 habitantes, sin futuro (y no porque no lo tenga sino porque no hay apuesta, y aún digo más…no hay apuesta colectiva); esto ocurre en un municipio seco en vida. Si esto pasa aquí y ahora, ¡Qué no haríamos si nuestra tierra fuese un potosí con el que especular!