Por Koke González
Esta semana que llega a su fin ha tenido un protagonista: el temporal. Un temporal que nos ha dejado helados, mojados y oreados. Nieve para dar y tomar, agua para dar de beber a medio mundo y viento, que si lo han aprovechado al 100% los parques eólicos deberían tener generada ya toda la electricidad para lo que queda de año. La ciclogénesis explosiva también nos ha dejado uno y mil destrozos a lo largo del territorio asturiano. Pero sobre todo lo que nos ha dejado es una nueva forma de contar la actualidad, o mejor dicho, un nuevo contador de la realidad. Si hasta ahora eran los periodistas, los fotógrafos y los operadores de cámara los que narraban lo que estaba pasando en los diversos lugares, ahora con un simple móvil, cualquiera puede grabar, fotografiar y enviar al medio de comunicación lo que le llame la atención. Me podrán decir que esto siempre existió (al menos desde que el móvil con cámara existe). Cierto. Pero en los medios, aparte de pedir cierta calidad de imagen o unos criterios de grabación que el operador de cámara debía seguir a pies juntillas, no se abusaba de este material, sino que había equipos dispuestos para estar al pie de la noticia. Ahora, cuando por ejemplo, en la tele pública asturiana ya no existen las corresponsalías, ya no hay equipos que trabajen en una zona concreta, con base e implantación en esa comarca, resulta que las escaletas se llenan de imágenes o crónicas apoyadas en imágenes que han sido grabadas por los propios vecinos de los lugares. Y todo vale: desde fotos hasta imagen en movimiento. Así hemos podido ver árboles caídos, desprendimientos, ríos desbordados, inundaciones, caos y pérdidas materiales llenando la pantalla. Hasta los propios alcaldes, como el de Cangas del Narcea, llegaron a hacer de improvisados operadores de cámara, echándose al hombro su Smartphone para grabar riadas y desbordamientos, sin saber que con este gesto está sentenciando a muerte una profesión en el Principado de Asturias: la de operador de cámara; o dos, si contamos también la de fotoperiodista. Muchos podrán pensar que las corresponsalías son un gasto innecesario en una comunidad como la asturiana, de apenas 10.000 kilómetros cuadrados. El tiempo, y nunca mejor dicho, ha dado y quitado razones. Cada cual que escoja. Me pregunto si los alcaldes y vecinos también estarían dispuestos a hacer a coste cero de técnicos de teleasistencia, de cirujanos o de maestro interino itinerante, cuando lleguen los cierres a los servicios sociales, a los hospitales comarcales y a los colegios rurales.