Por Koke González
Ver la televisión, escuchar la radio o leer la prensa diaria sin espíritu crítico lleva a la inmunización contra problemas, situaciones, imágenes, etc. Esto es algo que está fuera de duda. De pequeños nos daban de comer de cara a la tele y ante nuestra negativa a más cucharadas, nuestra madre nos chantajeaba emocionalmente con un “con la cantidad de niños que se mueren en el mundo”, y en ese instante, o en otro, aparecían las tristes imágenes de los niños somalíes, las moscas y la extrema delgadez y enfermedad. El impacto en nosotros era tremendo; un impacto que al final se convertía en inversamente proporcional a la cantidad de veces que lo veías emitir, por efecto de la relajación de ese espíritu crítico. Esto mismo ocurrió con imágenes de atentados, de accidentes, de desastres naturales, y por qué no decirlo, también de corrupción. A todo nos hemos ido acostumbrando. Cuando el famoso Dioni robó aquel furgón, todos los españoles se llevaron las manos a la cabeza y no eran capaces de imaginar cuánto era y cuánto ocupaban 298 millones de pesetas. A partir de ahí, las imágenes y las cifras de corrupción comenzaron a llenar el espectro mediático. El Caso Filesa,; Luis Roldán y los fondos reservados; El caso Gescartera, El caso Malaya, El Caso de los ERE´s, El caso Campeón, El caso Gurtel, El caso Noos… La lista está siendo ya tan larga que la ciudadanía comienza a asumir como práctica normal el hecho corrupto y se relaja en su estudio crítico. Pero ya no sólo esto, sino que se habla con tal ligereza de cantidades de dinero, que da la apariencia que ahora el español sabe perfectamente lo que es y lo que ocupan los 120 millones de euros de tal caso o los 47 del otro.
Existe una segunda óptica para ver todos estos hechos de una forma crítica nuevamente. Y es la de la cercanía. Cuanto más cerca nos sintamos del hecho, más se despierta nuestro espíritu crítico y analítico hacia el asunto. Una tragedia sobre algo o alguien que conocemos despierta más interés y más sentimientos en nosotros. Por eso cuando un fiscal apunta con el dedo hacia un presunto delito de falsificación de documento público y presunta malversación de caudales de más de 600.000 euros en la anterior legislatura en el ayuntamiento de Cangas del Narcea, donde están imputados, al menos de momento, 2 técnicos municipales y 6 empresarios, lo único que deben de pedir los vecinos cangueses es, aparte de que se depuren todas las responsabilidades, si las hubiese, es que éste sea el único caso. Más que nada por temor a que los vecinos se acaben inmunizando. Por cierto, 600.000 euros son 100 millones de las antiguas rubias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario