Por Koke González
¡Qué recuerdos aquellos de la escuela, de pupitre y de compañero; bollo de chorizo en el recreo y lecciones de memoria, tiza y pizarra. Aquellas lecciones como la de las preposiciones: a, ante, bajo, cabe, con, contra…Todos las recitábamos de carrerilla, con más énfasis y agilidad en las primeras.
De, desde, en, entre, hacia, hasta…Llegados aquí, se iban apagando algunas voces, quizás perezosas en la noche anterior por no haberlas repasado, reiterando hasta la saciedad la lista completa.
Mediante, para, por, según, … Eran los avanzados de la clase, la crème de la crème los que alcanzando la s, aún no habían tartamudeado, dudado, o escrutado su cerebro cerrando los ojos.
Y con: sin, so, sobre, tras, llegábamos al final de la tortura para algunos y el orgullo de otros. Las preposiciones generalmente tienen la función de introducir complementos que aclaran o completan la información del sintagma. Completar y aclarar.
Sin, so, sobre, tras, era la élite al alcance de unos pocos. Sin, so, sobre, tras, marcaba la frontera entre los listos y los demás. Sin, so, sobre, tras, comenzó a diferenciar no sólo a los individuos, sino también a los grupos. Sin denota falta de algo; so significa bajo o debajo de; sobre se refiere a encima, además o acerca de; y tras es después, en busca o detrás de… A estos niveles ya muy pocos eran los agraciados con el don de recordar los diferentes significados. Y en Génova, se han hecho un lío preposicional sobrenatural. Porque sobre no es aquello donde se meten papeles, y tras no es una onomatopeya de golpe. Algunos parece que pensaron que sin sobre por lo bajo no se te ocurra llamar a esta puerta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario