viernes, 9 de noviembre de 2012

Regreso al pasado (Una sobre sanidad)

Por Koke González

Como Marty Mcfly, creo que los moradores del suroccidente hemos viajado en el tiempo. Esta vez ha sido sin intención. No nos hemos metido en ningún viejo DeLorean tuneado hasta el más alto nivel de horterismo, tocado unos botoncitos y acelerado. Simplemente nos hemos acostado en nuestras camas, dormido (unos mejor que otros), y al despertarnos habíamos regresado… al Medievo. Una época en la que los reyes y señores apretaban hasta la extenuación a la clase servil con tal de mantener su nivel de vida y sus empresas, tanto bélicas como constructivas. Sin palacio o sin castillo no eran nada. Tanto ahogar al pueblo generaba en los señores un picor en la conciencia que rápidamente la llevaban a curar a la iglesia: con una misa y el reparto de limosna a los siervos que se apostaban a la salida del templo, daban por zanjado el episodio de mala conciencia, al mismo tiempo que el populacho agradecía el gesto, llegando a olvidar incluso el por qué ellos estaban en esa situación de olvido social.

Hospital Carmen y Severo Ochoa (Cangas del Narcea)

Con la llegada de la mañana tras ese sueño tranquilizante (más para unos que para otros) al pueblo del suroccidente se le convoca a la recogida de limosna. Esta vez no lo hacen a la puerta de la iglesia (sólo nos faltaba ya) sino a la del Hospital Comarcal Carmen y Severo Ochoa. Llenar el nuevo palacio sanitario de Oviedo, se está llevando todos los fondos y diezmos, lo que está empobreciendo cada vez más al vecino del burgo suroccidental, y ante la queja surgida, nos han enviado a un pasado para que extendamos la mano a 390.000 euros que guardan en su limosnero, y jactándose de ello en pro de la inversión y la apuesta por el hospital cangués. ¿Por qué lo llaman inversión cuando es gasto corriente? Si de verdad hubiese intención de invertir desempolvarían los anteproyectos y proyectos de planes directores, la escritura del prado adquirido y aprobarían una partida presupuestaria que callase definitivamente las voces del pueblo. Esperemos que en este viaje al Medievo no nos veamos nuevamente curándonos (o lamiéndonos las heridas) en el hospitalín de Retuertas.

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