viernes, 15 de marzo de 2013

Todos son iguales

Por Koke G. Díez
Todos son iguales. Parece el lema de una campaña de tolerancia pero no es así, puesto que de lo que quiero hablar es de los políticos, y sobre todo de los que acaban ostentando algún cargo público.
Habrá gente, posiblemente bastante, que esté en contra de esta afirmación, y seguramente conozcan a algún político que destaque por todo lo contrario que vemos en los demás. Pues sólo les digo una cosa entonces: cuídenlo porque es un verdadero ser en peligro de extinción.
Podrían ser muchas las formas de actuar de los cargos públicos las que incluiría en una lista de formas de hacer y ejercer su labor, pero quisiera centrarme en una que en Cangas del Narcea hace ver que da lo mismo que gobierne uno, otro o el de más allá, puesto que al final son las mismas formas de actuar y de intentar hacer ver que hacen sin hacerlo.
Viene esto a colación de las obras que han “comenzado” para llevar a cabo la rehabilitación del Puente Colgante de Cangas; unas obras que deberían haber empezado a finales de 2012, algo que por mor de la “burrocracia” fue imposible y dejó la obra sin cuartos subvencionables con cargo a ese año 2012. Aún así, el proyecto continuó y, supongo que ya con cargo al presupuesto de 2013, se adjudicó. Y si hay algo que pone de los nervios a un cargo público es que sus convecinos critiquen las demoras de las obras prometidas. Así, tras las excusas, que unos creerán y otros no (elijan su opción), dan como fecha para el inicio de las mismas el mes de febrero. Pero, ¡oh, sorpresa!, algo falla. ¿El qué? Pues que llegada la fecha, falta el material (al menos en su mayoría). Aún así, se instalan las casetas pertinentes, se apilan las pocas losas que sí han fraguado y están listas, se corta el tránsito por el puente, y se pone a dos operarios a deambular por él, de un lado a otro, con una ¡lija! en la mano. ¡La obra ha comenzado!, gritan desde el ayuntamiento, entre exclamaciones, cuando el grito debería ir entre interrogaciones.
Lo que ha comenzado es la salvaguarda de promesas y excusas que el que quiera puede tomarlas y el que no, rechazarlas. Lo único cierto que hubo desde el supuesto inicio de trabajos es que los vecinos del Fuejo han quedado deficientemente comunicados, lo mismo que se han encontrado los padres y madres que llevan a sus hijos diariamente al colegio o a disfrutar del parque público. Y todo por pura vanidad política, que me recuerda a los movimientos de tierra absurdos en la parcela del matadero, al que le acompañó un cartel de “El matadero YA está”; o al agujero dejado en la parcela del aparcamiento de camiones del Reguerón para construir una invisible residencia de personas mayores; o las variadas inauguraciones de principio de obra del Parador de Corias. Es que ya les digo que todos son o al menos actúan de igual forma cuando están ahí arriba. Lo triste es que los que andamos por debajo los sigamos aupando.

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