Por Koke G. Díez
Brote verde primaveral |
¡Por fin ha llegado primavera! Prima-vera. Prima: el primero; vera: el verdor. Por lo tanto podemos estar de enhorabuena porque ya están aquí los primeros brotes verdes del 2013. Y lo digo sin equivocarme, sin tener que salir más tarde a corregir mis palabras, sin tener que dimitir y sin engañar a la gente. Demos la bienvenida a la primavera, estación de vida, estación de cambios y movimiento, en la que todo se dispara en un frenético impulso por acondicionar el espacio que nos rodea, engalanándolo para disfrute de todos. Una estación, la primavera, que no entiende de recortes. De ella todo mana, sin pedir nada a cambio; los días crecen a ritmo vertiginoso; las flores brotan sin cortapisa; los árboles reviven; los animales vuelven a tener frondosidad donde cobijarse, dónde comer y dónde disfrutar con abundancia.
Por eso aprovechen desde ya a salir, a gozar y a vivir entre esta explosión gratuita de colorido, olores y sensaciones. Aprovechen ahora que aún sigue siendo gratis. Según camina la vida, o mejor dicho, según nos encaminan la vida, no sería descabellado que acaben poniendo una tasa por disfrutar de este espectáculo que brinda la primavera y que a tanta gente atrae.
De verdad que de la mente de los representantes de todos, y autoproclamados dueños de todo, no sería impensable que saliese la idea de un gravamen primaveral. Y a las pruebas me remito. El otoño ya lo han confiscado. Hace pocos años, casi nadie iba al monte a disfrutar de la práctica micológica. Los pocos que iban, se encontraban tranquilos, gozando, como hoy gozamos de la primavera, de su afición que no era otra que la recolección de setas. Poco a poco se fue extendiendo esta práctica entre más gente, incrementándose de tal forma que a alguien se le ocurrió que si esto atrae a tanta gente, será porque es interesante; y que si es interesante para la gente, seguro que es una gran oportunidad para recaudar un pellizco a base de tasazo limpio. Uno recuerda que de pequeño, todos o al menos la mayoría de los críos, y no tan críos, nos íbamos a recoger castañas por los caminos. A nadie en aquel momento se le ocurrió gravar la recogida ociosa de estos frutos. Hoy esto sigue igual; también es cierto que la afición recolectora de castañas ha quedado reducida al mínimo. No interesa.
Por eso, si entre ustedes hay quien disfruta de la primavera, que esta estación le vuelvo loco o loca, que le encanta su olor, su color y sensación, disfrútela sin levantar mucho revuelo, no vaya a ser que a la entrada de parques, bosques, prados y sendas a algún lumbreras se le ocurra instalar parquímetros primaverales.
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