viernes, 23 de diciembre de 2011

El color de la salvación


El azul es sinónimo de salvación. El azul representa la prosperidad económica. Incluir el azul en nuestras vidas puede ser la solución a nuestros problemas. Y así lo ha entendido la ciudadanía que con su voto ha dicho sí con una mayoría aplastante a este refrescante color primario. El azul ayuda al autónomo; el azul está llamado a potenciar la cultura emprendedora; el azul activa los resortes de nuestras fortalezas nacionales, entre ellas, como no, el turismo.
Hubo grandes amantes del azul, sobre todo en el mundo artístico: una de las grandes épocas de Pablo Ruiz Picasso fue el periodo azul; y otro excelente pintor, Wassily Kandinsky tenía el azul como uno de sus colores preferentes. Artísticamente el azul irradia frialdad, lejanía y quietud, bueno más bien movimiento concéntrico, un movimiento que lo aleja de quien lo observa y se concentra en sí mismo.
Hasta hace pocos días todos pedían la venida del azul. La pedían desde los empresarios y los líderes de La Iglesia Católica hasta los mayores que veían peligrar sus pensiones. Y no hay mejor forma y más democrática para solventar esta situación que realizarlo a través de un referéndum. Las urnas han hablado y el azul ha llegado para quedarse. Toda la vida del pueblo continuará su deambular diario girando en torno a este color de los denominados puros.
9.000 kilos de pintura, una gran operación de marketing y la llegada de 80.000 turistas a los que se vincula la apertura de nuevos negocios y creación de puestos de trabajo. En la localidad malagueña de Júzcar lo han tenido claro y por mayoría absoluta el denominado pueblo pitufo seguirá siendo pitufo. Sus 250 edificios  continuarán luciendo el azul en sus fachadas. Y sí sí, hasta la iglesia de la localidad brillará de esta facha. Quizás peor sea lo de los pensionistas, que aún votando sí y habiendo incrementado la población activa que garantiza sus pensiones, no parece que les vayan a pintar más ceros en sus jubilaciones, aunque al menos han tenido la deferencia de pintar también de azul la tapia de la que será su última morada. Los juzqueños ya han hecho su apuesta. O ¿pensaban que estaba hablando de otra cosa?, porque cualquier parecido de mis palabras a la realidad política española es pura coincidencia. ¡Ay!, si la solución a todo estuviese en 9.000 kilos de pintura...

Comentario realizado en el programa Cangas del Narcea en la Onda, de Onda Cero Radio (pincha aquí para escucharlo)

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