Pero qué confundido ando estos días. La llegada del Partido Popular al poder ha puesto sobre la mesa conceptos que hasta ahora desconocíamos en nuestro país de parranda. El que más me ha llamado la atención es el de los minijobs, que traducido a la lengua castiza significa minitrabajos, miniempleos, minicurros.
El concepto se ha tomado de la gran Alemania, defensora y adalid en la guerra de salvaguardia del euro, y por ende, de la eurozona. Habrá quien defienda los miniempleos como método efectivo para rebajar la escandalosa cifra de 5 millones de parados, y otros que se retorcerán en sus asientos ante unos métodos que podrían calificar de fronterizos a la esclavitud.
En el Partido Popular ya lo hicieron una vez cuando ostentaron el poder con los llamados contratos de inserción. ¿Por qué no ahora?
Lo malo es cuando no lo explican bien a sus colegas de partido y se hacen el miembro un lío. Los minijobs se llaman mini precisamente porque son pequeños, pero pequeños también de sueldo. 2.000 euros, pequeña, lo que se dice pequeña, no es la cifra para referirse a un salario. Sin embargo sí existe una mengua en la jornada laboral que pasa del 100% al 80.
El problema no está en que si el ayuntamiento de Cangas del Narcea debe o no contar con responsable de prensa; si es de Cangas, Pravia o Pernambuco. No debe girar por ahí la discusión que se ha instalado en el concejo. El problema es más ético que funcional, y además por varios motivos.
El primero está en revivir errores del pasado reciente, con duplicidad, sino triplicidad, de puestos de trabajo en el consistorio en materia jurídica. Una multiplicidad de empleos altamente criticada y que ya ha supuesto el despido de personal durante los 7 meses de mandato popular en el ayuntamiento de Cangas del Narcea.
El primero está en revivir errores del pasado reciente, con duplicidad, sino triplicidad, de puestos de trabajo en el consistorio en materia jurídica. Una multiplicidad de empleos altamente criticada y que ya ha supuesto el despido de personal durante los 7 meses de mandato popular en el ayuntamiento de Cangas del Narcea.
Para conocer un segundo motivo sólo hay que darse un paseo por las empresas de la zona. Les darán miles de razones en forma de factura que les harán ver que la ética, en este caso, ha brillado por su ausencia.
Y el tercero de los motivos que hacen de este contrato un disparate ético está en la propia situación de varios miembros del equipo de gobierno; al menos 3 de ellos. Está claro que no cuento al alcalde, con unos emolumentos fijados en pleno y a los prejubilados, que por su condición, no pueden cobrar sueldo (a menos que renuncien a su prejubilación, claro). ¿En qué situación coloca a estos concejales que llevando las áreas de urbanismo, infraestructuras, medioambiente, bienestar social, turismo, educación o deportes, su salario base mensual es de cero euros? ¿En qué lugar deja a estos concejales que alguien recién llegado, no elegido por los ciudadanos, no sólo tenga 2.000 euros más de sueldo que ellos, sino que mientras ellos terminan su jornada laboral a las tres de la tarde, iniciada a las ocho de la mañana, el nuevo empleado adjunto al alcalde vea reducida su jornada un 20%? En Cangas han inventando un nuevo concepto del concejal: el edil ONG.
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