viernes, 23 de marzo de 2012

Sosa, sosa, sosa. Se acaba la campaña electoral.


Hoy es viernes, pero no un viernes cualquiera, es el viernes antes de las elecciones; el viernes antes del sábado de reflexión; en definitiva, el último día de la sosa campaña electoral. Ha sido y aún seguirá siendo hasta las 23:59 horas de hoy. más de lo mismo: musiquita desde megáfonos dando vueltas a la manzana hasta desesperar al vecindario; placeres y costumbres ancestrales de la ciudadanía violentados, como la visita semanal al mercado de la localidad en los que a poco que te descuidabas tenías en la mano un calzoncillo, un paquete de calcetines, y antes de preguntar el precio, te habían posado en la otra mano o en la misma un periódico panfleto, un díptico del tamaño carpeta para guardar títulos, un tríptico, una octavilla, y todo casi sin tener oportunidad a negarte. Que uno va al mercado a pasar una mañana agradable y serena, casi terapéutica, y resulta que llega a casa con la leche agria.
Ya en casa piensas que estás a salvo, pero hoy en día no estás salvado en ningún lugar. Ni siquiera en el mundo virtual que la sociedad hemos creado. Abres el Facebook y los otrora desaparecidos perfiles de los partidos políticos, y sobre todo de las agrupaciones locales vuelven a dar señales de vida para pedir el voto, mostrar fotos con el presidente de turno como las quinceañeras harían con, eso sí imberbe, Justin Bieber; fotos y más fotos, y más peticiones de voto. Y casi sin pensar, te valentonas y rajas de un partido, de una ideología, de un político. Crees que así te dejarán en paz. Menudo error, porque si antes tenías como anuncios para visualizar los grupos de música que te gustan, los viajes a lugares que te encantan…¡pues si no quieres taza, taza y media!. Aparecen los anuncios de los partidos políticos. Porque eso es Facebook, basta que hables de una cosa, mal, bien o regular, y ahí la tienes para que la consumas o te acabe consumiendo ella a ti.
Dejo Facebook y me adentro en otra red social. En Twitter ya directamente tenemos a los políticos, con nombres y apellidos hablando, prometiendo, denostando al oponente, y claro…pidiendo el voto también. Si le das al botón de seguir, malo. Pero si le das al botón de dejar de seguir…igual de malo porque para eso tenemos al conocido, amigo o compañero, retwiteando, es decir, rebotando el mensaje del político que acabas de dejar de seguir por cansino.
Y ya llegando al final de la campaña, cuando creía que iba a ser la primera en la historia sin inauguración camuflada, aparece un tweet, es decir un mensaje de la Delegación del gobierno en Asturias con el siguiente texto y leo textualmente: "A las 10:30 h entra en servicio la primera calzada del tramo Salas-La Espina, autovía A-63. Casi 13 km, presupuesto 106'5 millones de euros". Por lo tanto, ya tenemos todos los ingredientes de otra campaña sosa, sosa, sosa.
Siempre se suele pedir a los políticos que se acuerden de los ciudadanos también fuera de elecciones. Pues yo iría aún más lejos y pido que a partir de ahora todas las inauguraciones se realicen a través de Twitter. El ahorro en dietas, chóferes y fuerzas de seguridad sería una gran medida de ajuste económico. ¿Me lo prometen?

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