El turismo de Cangas pasa por las ermitas
El gobierno local quiere potenciar las visitas a las numerosas construcciones religiosas, como las de La Carrilona
Pepe RODRÍGUEZ
Desde que llegó a la alcaldía de Cangas del Narcea, José Luis Fontaniella (PP) ha dejado claro que una de las patas sobre las que cree que debe asentarse el futuro económico de la comarca ha de ser el turismo. Es un sector por el que han apostado, al menos de palabra, sus dos antecesores, por lo que la intención no es nueva. Pero Fontaniella ha puesto sobre la mesa una clase de turismo que si puede entenderse como novedosa en el concejo, como es el turismo eclesiástico. El alcalde de Cangas ha dejado patente, en más de una ocasión, su intención de aprovechar la riqueza de las construcciones religiosas que hay en el concejo y, específicamente, la conocida como Ruta de las Ermitas.
La Ruta de las Ermitas de Cangas comprende cuatro edificios situados en un mismo camino real, conocido popularmente como La Carrilona, partiendo del barrio del Cascarín de la villa canguesa y ascendiendo por toda la cordillera hasta llegar al pueblo de Trasmonte, pasada ya la zona de Rengos.
Se trata de las ermitas de San Antonio del Pando (670 metros altitud), San Pelayo y San Cipriano (1.000 metros), ermita de San Gervasio (1.270 metros) y ermita de la Magdalena (1.141 metros) en una campera a menos de un kilómetro de Trasmonte y que serie el inicio de la ruta si se quiere hacer en sentido hacia Cangas del Narcea, siendo este un trayecto más cómodo pues es cuesta abajo.
Todas presentan la típica planta rectangular con pórtico abierto a los pies, cubierta a tres aguas sobre entramado de madera y propiedad privada de vecinos del pueblo más próximo. La capilla del Pando, próxima a los núcleos de Santulaya de Cueras y Llamas de Ambasaguas, es la que se encuentra en un estado de conservación más destacable ya que recientemente ha sido rehabilitada, eliminándose las alteraciones sufridas en las últimas décadas.
El origen de estas edificaciones religiosas en lugares de importante altitud, alejados relativamente de núcleos de población, se debe a que vecinos de ambas vertientes de la montaña coincidían en la cima, por donde circula La Carrilona, con sus ganados en los pastos de altura, lo que deriva en que acaben por ser estos espacios importantes centros para las fiestas veraniegas.
A los valores culturales se unen los paisajísticos, con vistas amplísimas que cambian constantemente a uno u otra lado de la pendiente y la contemplación de más de un centenar de núcleos de población.
David Flórez de la Sierra, arqueólogo cangués que realizó su tesis doctoral sobre la ruta, explica: «El recorrido por los casi 20 kilómetros de la ruta son un paseo por la historia de este territorio, un patrimonio hecho paisaje. Este vial, eje central del Parque Natural de las Fuentes del Narcea, Degaña e Ibias, es de un enorme valor».
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